Escribe Quique Peinado en la revista Gigantes de esta semana:
«Puede que la historia que voy a escribir a continuación al lector no le parezca algo increíble, pero para mí es lo más impresionante que he escuchado jamás sobre un adolescente que juega al baloncesto. Final del Europeo cadete, última jugada de la primera prórroga. Empate a 28 segundos del final y balón para España. Ricky Rubio pregunta a Jota Cuspinera, seleccionador nacional, qué hacer. «Lo que quieras, pero acaba la posesión», dice Jota.
Ricky recibe la bola desde la banda y se agacha para que le golpee en el pecho. Para el 99.9% de los mortales es una maniobra rara. Una locura. ¿Qué hace ese chaval? Pues hace lo que en ese momento sólo él sabe: resulta que existe una norma (que este redactor desconoce, como estoy seguro que el 90% de los jugadores de ACB y un altísimo porcentaje de los entrenadores del Mundo) que dice que el reloj del partido corre desde el momento en que el balón golpea en alguien de la
pista, y el de posesión lo hace cuando está, como su propio nombre indica, en posesión de alguien.
El razonamiento es el siguiente: que corra el reloj del partido durante cuatro segundos, pero no el de posesión, para que el partido se agote a la vez que se acaba la posesión de España y Rusia no tenga tiempo para un último tiro. Además, le echa la bronca a la mesa porque ha hecho correr el reloj. Primero, el hecho de que se sepa la norma es acojonante. Y que tenga la cabeza para aplicarla en décimas de segundo, en la final del Europeo, con todos los ojos posados sobre él, es impresionante. Y con 15 años. Repito: con 15 años.»