Los Londeners suben maqueados de las bocas de metro, la ciudad se prepara para vivir la penúltima noche de fiesta olímpica, el alcalde hincha el pecho en los tabloides, la BBC bombardea oro británico, “the city” se ha volcado con el espíritu,los montadores de vídeo se dejan la vista en la pantalla terminando los resúmenes y emotivos montajes de las dos semanas del deporte.
Mientras, un par de maduros deportistas cierran la puerta de su habitación en la Villa, mismas costumbres desde hace diez o doce años. No hay nervios, mañana juegan su segunda final olímpica, han vivido esta víspera tantas veces, aquí y allí, en invierno separados, en verano juntos. El oficio de ganar.
El talento técnico con el pasar de los agostos hizo hueco a la sabiduría competitiva para alargar el éxito. Y el saber estar lo tuvieron siempre, un sentido común deportivo desde adolescentes. Seguramente se cagarían en todo más de una vez. Pero supieron el donde y cuando. Y si algún compañero con menos experiencia dió ruido, ellos lo amortiguaron, haciendo piña siempre. Cenando juntos cada día, haciendo cosas juntos fuera del trabajo.
Ojalá el 2014 los reúna de nuevo y les vuelvan a dar el mismo número de habitación. Pero si no es así, es una bella noche en Londres. Una noche para recordar y una noche para soñar. Lisboa en el 99,Indianapolis en el 2002, Pekín en el 2008.Siempre retando a los americanos, ganando o manteniéndoles la mirada hasta el final. Son los primeros que saben que físicamente no ha sido un buen campeonato pero les sobra clase para una última pirueta, un último juego de manos, un último cohete ¿Por qué no?
Pekín fue una victoria de juego para todos, pero una derrota para ellos. Las apuestas son en que cuarto nos romperán los americanos pero como dijo aquel curtido entrenador “nunca subestimes el corazón de un campeón”.
¿Cómo agradecer tanto amor al juego, tanto amor a competir? Ya no quedan muchas palabras, cuando les venza el sueño y se les caiga el mando de las manos, mientras Londres festeja, muchos estaremos mirando al techo emocionados con otra final, con otra dos horas de puro sentimiento.
Gracias por los recuerdos.